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El origen de las Asociaciones Hispánicas

Como decíamos, en el año 2004 hace treinta años que las asociaciones hispánicas vienen formando la agrupación de asociaciones de la Unión, aunque hace falta observar que su formación ha variado a lo largo de estos treinta años. (Información basada en el artículo "La hispanofilia en el Benelux" de Chris Nigten, publicado en la revista "Difusión de la Academia y de la Cultura", Ciudad de México, abril de 2002. Traducción al español de Casper Tromp).

Por el momento, la Unión de Asociaciones Ibéricas e Iberoamericanas del Benelux cuenta con catorce asociaciones participantes en catorce ciudades del Benelux, es decir (por orden alfabético): Amberes, Amersfoort, Amsterdam, Arnhem, Breda, Bruselas, Deventer, Eindhoven, Gante, La Haya, Luxemburgo, Maastricht, Ostende y Rotterdam. Holanda, de acuerdo con la extensión de los tres países, encabeza la clasificación con nueve asociaciones. Bélgica cuenta con cuatro asociaciones y Luxemburgo cuenta con una asociación.

¿Cómo se encuentran repartidas las asociaciones dentro de estos países, y cuál es el número de socios con los que cuentan? En Holanda podemos a distinguir, geográficamente hablando, tres grupos de tres ciudades, es decir: de Amsterdam, La Haya y Rotterdam en la densamente poblada conurbación occidental (el Randstad), los municipios medianos de Breda, Eindhoven y Maastricht en las provincias del sur, y como tercer grupo Amersfoort, Deventer y Arnhem en el centro del país. En cuanto a Bélgica, las distintas agrupaciones hispánicas tienen sus sedes en las ciudades de Amberes, Bruselas, Gante y Ostende. En Luxemburgo encontramos la sede de la asociación en la capital del Gran Ducado. En cuanto al número de socios, Holanda representa la gama más amplia con asociaciones de unos doscientos socios en Amsterdam, La Haya, Breda y Eindhoven, encontrándose las medianas con unos cien socios en Rotterdam y Arnhem y las tres restantes (Amersfoort, Deventer y Maastricht) con aproximadamente cincuenta afiliados. La mayoría de las asociaciones tiene un promedio de ciento veinte socios, cifra que coincide más o menos con Bélgica, donde Amberes cobija la asociación más extensa (con aproximadamente 200 socios), mientras que Bruselas, Ostende y Gante acogen a grupos menores (entre 50 y 100 socios). La ciudad de Luxemburgo, con una fuerte concentración de ciento cincuenta socios, puede considerarse como la capital con la media más elevada con respecto a sus afiliados. En cuanto al número de socios y su extensión las asociaciones hispánicas difieren muy poco entre sí en los tres países. Esta imagen se ve reforzada por la fructífera colaboración que, durante treinta años, se ha vivido dentro de la Unión de Asociaciones Ibéricas e Iberoamericanas del Benelux.

Por otra parte destacan las diferentes edades de las asociaciones. Mientras la Asociación Hispánica de La Haya ya se fundó en 1920 y la de Amberes en 1931, hubo que esperar hasta 1981 para que Luxemburgo tuviera la suya. Los nombres de las catorce asociaciones varían considerablemente: los hispanófilos de La Haya se encuentran reunidos en la Asociación Hispánica de La Haya, los de Amberes en la Asociación Belgo-Ibero-Americana, mientras que los luxemburgueses la han bautizado ACHILA, siglas que representan a la Asociación Cultural Hispano-Americana de Luxemburgo. En los años veinte y treinta del siglo pasado, motivos comerciales y culturales desempeñaron un papel importante en la fundación de las asociaciones.

Después de la primera Guerra Mundial se desarrolló un ambiente de fraternización y acercamiento entre los países de Europa, lo que resultó positivo para las más diversas iniciativas internacionales. Este fenómeno se produjo especialmente en Holanda, entonces un país neutral. Los iniciadores de la Asociación Holanda-España, situada en La Haya, sede del Gobierno holandés, predecedora directa de la actual Asociación Hispánica de La Haya, perseguían un doble objetivo, ya que aparte de la promoción de la lengua y cultura españolas, pretendían estimular también las relaciones comerciales con España e Iberoamérica. A pesar de eso, las prioridades económicas pasaron paulatinamente al campo de acción del mundo de los negocios. De este modo las asociaciones hispanófilas podían centrarse a partir de entonces exclusivamente en sus objetivos culturales.

Sin embargo, hay que decir que fue precisamente en aquellas ciudades de gran importancia económica, donde surgieron las primeras asociaciones hispánicas, como fue el caso de Amsterdam en 1927. Eindhoven, el bastión de la firma Philips, creó su asociación hispánica en 1934, mientras que Rotterdam lo hizo poco después de la Segunda Guerra Mundial. La ciudad flamenca de Amberes ya lo había hecho en el año de 1931. Al haber desaparecido totalmente el interés económico, las asociaciones iban convirtiéndose en muy poco tiempo en asociaciones puramente culturales.

Los socios de las asociaciones hispanófilas no se dedican únicamente a participar pasivamente en las actividades culturales. Los socios acuden a las reuniones donde se llevan a cabo distintas lecturas en grupo y donde se organizan reuniones de debate o charlas, es decir, las tertulias literarias. Precisamente, este tipo de iniciativas son de vital importancia para muchas asociaciones, que siguen funcionando gracias al gran entusiasmo de los socios activos y de la oferta constante de conferenciantes invitados. En nuestro mundo audiovisual, el hecho de organizar tertulias y conferencias (es decir la vida asociativa como tal) es todo un reto. La programación cultural de las asociaciones hispánicas muestra un amplio abanico de actividades que invita al participante a descubrir las riquezas de las múltiples culturas ibéricas e iberoamericanas y una lengua en común, el español. En la oferta cultural de las asociaciones hispánicas hay algunos temas constantes como la literatura moderna, la historia de los países de habla hispana y los temas de actualidad hispana. En el mosaico multicolor del hispanismo en el Benelux, las catorce asociaciones hispánicas ocupan un lugar especial, desempeñando una función notable. Para muchos hispanistas de formación universitaria del Benelux, así como para todo tipo de especialistas del mundo hispano, las actividades culturales de las asociaciones constituyen una importante plataforma desde hace varias generaciones.

Como decíamos, las programaciones culturales de cada una de las asociaciones, tienen como objetivo la difusión de la cultura, la lengua, el arte y la historia de los países de habla hispana, la razón de ser de todas las asociaciones que integran la Unión. A lo largo de ochenta años, las asociaciones hispánicas en Bélgica, Holanda y Luxemburgo, han fomentado y defendido de forma desinteresada y espontánea la lengua española y las culturas de los países de habla hispano. Su actividad cultural nunca se ha agotado, sino que, al contrario, ha aumentado y se ha coordinado hasta la creación de la Unión de Asociaciones Ibéricas e Iberoamericanas del Benelux.